Esta novela fue la que dió reconocimiento en 1980 a su autor, Gregory Benford. La encaré a raiz de los premios que había ganado, entre ellos el Nébula. Este premio, junto con el Hugo, me han solido resultar una buena referencia para elegir novelas de CiFi; aunque en este caso no se me antojó una guía tan infalible, pues le sensación tras leer el libro fue agridulce (que no mala, ojo).